Tras la estela del auto se arremolinaban las últimas hojas del
otoño, que flotaban un momento en el aire, para yacer de nuevo, quietas y
muertas.
Noche de Luna Nueva y el cielo velado por oscuros nubarrones, barruntando tormenta.
Furiosas ráfagas de viento soplaban por momentos, sacudiendo las copas de los
robles, abedules y pinos que, cual guardianes formidables, flanqueaban la
marcha del vehículo.
Paloma aceleró para alejarse de la zona boscosa y alcanzó una zona de campo
abierto.
La joven frenó con brusquedad al divisar la forma humana.
Un hombre, tocado con gorra y luciendo un impermeable de color claro, estaba
plantado en mitad de la carretera. Tenía los brazos extendidos hacia delante,
abiertas las palmas de las manos.
Las ráfagas de viento hacían ondear los faldones de su
impermeable, una especie de guardapolvo, y la lluvia, que había comenzado a
caer, azotaba su cara. Paloma observó fascinada como las gruesas gotas
rebotaban en la visera de la gorra negra. En el centro de la misma, la joven
maestra acertó a distinguir un pequeño bumerang de color rojo que le resultó
familiar y, por un momento, aquel dibujo absorbió toda su atención.
Antes de que Paloma pudiera reaccionar, el hombre abrió la
puerta y se introdujo dentro del vehículo.
La chica intentó mantener la calma.
—¿Qué quiere?—
El individuo contestó sin girarse:
—Lléveme a San Martín, por favor—su voz sonaba ronca y apenada.
Paloma abrió la boca para replicar, pero en vez de eso, asintió, puso la primera
y aceleró suavemente. Al fin y al cabo, San Martín quedaba cerca, unos tres
kilómetros, más o menos, y el tipo no parecía peligroso.
Apenas cinco minutos después, el pasajero habló de nuevo:
—Me bajo aquí— susurró, moviendo apenas los labios.
La chica detuvo el coche y se encaró con su pasajero.
—¡¿Aquí?! —Paloma señaló incrédula el desolado paraje, azotado
por el viento y la lluvia—pero... ¿no quería ir a San Martín?
El hombre volvió a mirar al frente y señaló la pronunciada curva que, unos
metros más adelante, partía un bosquecillo de pinos y abedules.
— Iba a San Martín, pero me maté aquí y no pude llegar.
—Perdón ¿Qué ha dicho? Me parece que no he entendido bien.
—Me maté...Hace un año que estoy muerto...Y ahora...debo regresar.
Paloma observó cómo los ojos de su pasajero giraban dentro de las órbitas y
quedaban en blanco. La piel de su rostro se tensó y reventó en los pómulos y
mejillas, descubriendo la carne y el hueso; los labios tumefactos se abrieron
con un chasquido seco, y la lengua, negra e hinchada, asomó entre ellos, como
la cabeza de una culebra saliendo de su agujero. Bruscamente, extendió su brazo
izquierdo y una mano esquelética aferró la muñeca de la joven. Paloma gritó. El
fantasma acercó su rostro al suyo:
—Tengo que regresar —repitió —Y tú vendrás conmigo.
Paloma percibió el fuerte olor a cadáver y se desmayó.
El aire frío, que entraba a través de la ventanilla
entreabierta, despertó a la joven maestra, liberándola de su pesadilla. Unos
pinchazos sordos en las sienes la situaron de nuevo en la realidad. Recordó el
calmante que se había tomado para aliviar la jaqueca, justo al salir de aquella
interminable reunión.
Con la cabeza más despejada, arrancó el coche y se incorporó a
la carretera. La noche era muy oscura. El viento soplaba con fuerza.
Comenzó a recordar el sueño. El impermeable gris ondeando al
viento, la gorra negra con el dibujo rojo, los ojos blancos, la lengua
hinchada, el contacto duro y frío del hueso en su muñeca. Instintivamente,
se la frotó, mientras un escalofrío la sacudía.
Paloma respiró hondo, sacudió la cabeza y luego se echó a reír, al percatarse de lo ridículo que resultaba todo aquello.
Había comenzado a
llover de nuevo y una espesa cortina de agua, impulsada por un fuerte viento, azotaba
el vehículo.
Al final de la larga recta, justo al iniciar la pronunciada
curva hacia la izquierda, había un hombre de pie en mitad de la carretera.
Vestía un impermeable de color claro que ondeaba sacudido por el viento y se
cubría con una gorra negra con anagrama rojo. Tenía los brazos extendidos al
frente, como pidiendo auxilio.
Paloma lanzó un grito, aferró fuertemente el volante y apretó el acelerador. El
tiempo pareció congelarse y la chica tuvo la sensación de que el coche se
detenía, mientras la fantasmal aparición se aproximaba rápidamente a través de
la espesa lluvia. El ruido del brutal impacto se mezcló con el histérico
chillido de la chica.
La noticia apareció al día siguiente.
EXTRAÑO DOBLE ACCIDENTE EN LOS OSCOS
Un singular suceso tuvo lugar ayer en la comarcal Vegadeo - Pesoz, a la altura de San Martín de Oscos.
P.M.R., joven maestra de la zona, se
precipitó por un barranco y pereció carbonizada. Al parecer, la excesiva
velocidad del vehículo sobre el piso mojado provocó el fatal desenlace.
Unos metros más atrás, un joven viajante de comercio que conducía una furgoneta
de reparto, se había estrellado contra un árbol.
El cadáver del hombre apareció en la cuneta, recostado contra la valla.
Su impermeable largo de color claro,
se hallaba desgarrado y cubierto de sangre.
En medio de la carretera, justo sobre la línea continua blanca, yacía, como
mudo testigo de la tragedia, una gorra negra con un anagrama rojo en forma de
pequeño bumerang.
Gracias, Paco, por participar con este relato en la edición dedicada a Shirley Jackson y La maldición de Hill House. Un abrazo y suerte!
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EliminarHola, David. Gracias a ti por organizar este extraordinario y estimulante concurso literario. Un abrazo.
EliminarHola, Paco. ¡Menuda vuelta de tuerca le das a la leyenda de la chica de la curva! Un relato muy bien construido, con una tensión creciente y un desenlace mucho menos fantasmagórico de lo que parecía. Me ha gustado mucho. Una historia genial.
ResponderEliminarHola, Marta. Las vueltas de tuerca siempre funcionan en las leyendas urbanas para sorprender al lector. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Paco. Te he extrañado estos últimos meses. Tus relatos son siempre extraordinarios. Encuentras el modo de hacer girar la historia, y en este caso el terror hacia puntos de visita novedosos y finales fuertes.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Juana. Siento debilidad por los giros sorpresivos, lo que a mí me gusta leer.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. un abrazo.
Una historia que me a atrapado de principio a fin, estoy comenzando a pensar que toparse con fantasmas como que son premoniciones de mal augurio. La Curva como personaje parece seguira alimentandose de accidentes y tragedias. Nos haz presentado un relato genial
ResponderEliminarHola, José. En efecto, parece que el encuentro con supuestos fantasmas han supuesto avisos y premoniciones funestas. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Paco. Muy buen relato, me gusta que la primera parte sea premonitoria de lo que sucederá después. Muy bien narrado. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ana. Fue premonitoria aunque con ligeras diferencias. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Eliminar¡Hola, Paco!
ResponderEliminarEstupendo recurso narrativo anticipar los hechos para enganchar al lector, esto lo logras con una escalofriante pesadilla a modo de introducción. De esta forma facilitas mucho la tarea al lector situándolo en el futuro del relato, estableciendo una continuidad al unir el presente con el y futuro.
Y como siempre no puede faltar la marca de la casa, ese dominio de las descripciones y la pulcritud del lenguaje elegido.
Finalmente la premonición se cumple y todos los elementos para infundir el terror comienzan a tener sentido real, como el resultado de un doble accidente mortal situado en la ficción en una carretera comarcal de tu tierra asturiana.
Considero tu relato de gran nivel y apto para situarse entre los mejores. ¡Suerte!
Un abrazo.
Hola, Estrella. En efecto, se trata de crear el ambiente propicio con un escenario de sugestión para hacer creíble lo imposible. Escenario que, como muy bien señalas, está aquí en las cercanías de mi pueblo.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Cuando tenemos un coche viejo, compramos uno nuevo. Cuando tenemos ropa que ya no nos vale, conseguimos la que lo haga. La leyenda de "La mujer de la curva" deberíamos cambiarla por tu versión. Es mejor, más actual y más terrorífica. Y aun así, me has sorprendido con la historia. Un abrazo.
ResponderEliminarHola RR. Si haces una versión nueva, debes introducir el elemento sorpresa para que no resulte demasiado previsible.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Genial, Paco. Muy cuidada la construcción, para sostener una historia vibrante.
ResponderEliminarHola, Beba. Siempre procuro construir la trama para que todo encaje. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola Paco, esas historias de la carretera son cautivadoras. Espiritus que deambulan para acaparar la atención de conductores solitarios. Un sueño que se hace realidad con un trágico final.Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Eme. Hay muchos testimonios de gente que han tenido encuentros inquietantes en la carretera. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola Paco,
ResponderEliminarTu descripción del pasajero a su forma fantasmal es soberbia: la lengua negra, la cabeza de una culebra saliendo por los labios... a mi al menos me ha impactado.
La narración impecable dentro de una historia que nos ha traído el viejo fantasma de la carretera en un giro que le has dado muy original.
Mucha suerte
Un abrazo
Hola, Matilde. Pues si esa escena te ha impactado, objetivo cumplido, es señal de que logré plasmar lo que tenía en mente. El giro final suele ser una constante en mis relatos. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Paco. Me ha gustado esa forma de comenzar el relato con unas descripciones que nos meten de lleno en el punto de interés. Parece que la tediosa reunión y los analgésicos crean el ambiente preciso para las alucinaciones que serán premonitorias. Relato estupendo con el punto preciso de terror, especialmente en la descripción de la descomposición del viajante y, como no el recurso de la curva. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, isan. Creo que has resumido muy bien los elementos que vertebran el relato. en toda historia de terror, la creación de una atmósfera adecuada es una condición esencial. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola, Paco. Un relato clásico de miedo, como debe ser, con una trama que avanza el final, el cual aparece con un giro inesperado e impactante. El resultado es un relato redondo. Las descripciones son magníficas, creo que eso es lo mejor del relato. Son visuales y transmiten todo un miedo inmenso.
ResponderEliminarMuy bueno, Paco, un aporte genial.
Un abrazo.
Hola, Pepe. Siempre trato de hacer el relato lo más visual posible para el lector, de ahí que cuide las descripciones. Me gusta esa expresión de "miedo inmenso", así se podría definir el que sintió la pobre Paloma.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Has recreado la leyenda de la chica de la curva pero con matices nuevos y un desenlace final trágico como no puede ser de otra manera en estas historias de miedo.
ResponderEliminarTe quedó estupendo.
Un abrazo.
Hola, Francisco. Posiblemente, se trate de la leyenda urbana más popular y extendida por todo el territorio patrio. Así que, había que renovarla introduciendo detalles novedosos e inesperados. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola Paco. Nos traes una versión particular de la leyenda de la chica de la curva, transformada en este caso en el chico de la curva. El relato capta nuestra atención desde el primer momento con la aparición de ese misterioso viajante en medio de la carretera. La elección de un personaje femenino como contrapunto es un acierto, percibimos su terror cuando el pasajero se transforma en la cara de la muerte, excelentemente descrito. Finalmente la historia regresa al presente para repetir la escena, con un final diferente provocado por ese mal sueño en cierto modo premonitorio. Gran relato como de costumbre, con la dosis justa de tensión narrativa y que consigue el propósito de infundirnos miedo. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, Jorge. A lo mejor ya te sonaba de Tus Relatos. En cualquier caso, has hecho un resumen excelente de la historia resaltando los puntos importantes. Imagino que sobre esta leyenda urbana habrás leído muchos testimonios: Galicia es terreno muy fértil y abonado para todo tipo de leyendas, aunque esta se repite por toda España.
EliminarMuchas gracias por tu, como siempre, exhaustivo y generoso comentario. Un abrazo.
Hola, Paco. Un relato estupendo, tan bien narrado que la lectura infunde las sensaciones típicas de una buena historia de miedo.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Carmen. Pues si te ha infundido esas sensaciones, objetivo más que cumplido, a poco más puedo aspirar. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola de nuevo, Paco. Sí ya sabía yo, compañero, que ibas a regalarnos una buena historia.
ResponderEliminarEl escenario perfecto: luna negra velada por nubarrones, y ese viento que soplaba moviendo las copas de los árboles… se barrunta que algo va a ocurrir. (es muy visual la imagen del hombre con los faldones del impermeable ondeando), …y desde luego que ocurrió con ese final que redondea el relato. Un recurso que sueles emplear en algunos de tus relatos con buen resultado.
Nos “vemos” en la gala, no olvides el impermeable por si acaso llueve.
Hola, Isabel. Como ya conoces, me gusta describir con detalle los escenarios para meter al lector en la historia. Celebro haberlo conseguido, según tu, como acostumbras, muy certero análisis. Los desenlaces más o menos inesperados también son una de mis debilidades, empleándolos en la mayoría de mis relatos.
EliminarYa me llevo el impermeable y la gorra de Nike, faltaría más.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Hola, Paco. Excelente recreación de la leyenda urbana de la chica de la curva, esa autoestopista fantasma inmisericorde. Me han gustado mucho las descripciones pues le dan el ambiente adecuado a lo largo de todo el relato, son muy visuales y vívidas. Muy buen relato de terror.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Suerte en el tintero, un abrazo.
Hola, Carles. Es una leyenda muy popular y una de mis favoritas. Había que darle un toque distinto para que resultase novedosa. Me gusta lo que dices de las descripciones: en efecto, es algo que suelo cuidar.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Vaya Paco. Nos traes una nueva versión de la mujer de la curva, en este caso con la forma de un joven con un chubasquero claro y gorra negra con anagrama rojo. La imagen premonitoria debería haber sido suficiente para que la maestra diera marcha atrás, pero no siempre estamos dispuestos a aceptar las señales que nos llegan.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el concurso.
Un saludo.
Hola, Bruno. Hay unos cuantos testimonios de sueños premonitorios. En ocasiones la persona les hizo caso y salvó su vida. En este caso, Paloma estaba algo confusa y tuvo poco tiempo de reacción. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarExcelente ambientación de toda la historia, estremece leerla, ufff .
ResponderEliminarEsa premonición concatenó el desenlace .
Fantástico Paco. Suerte en el concurso
Un abrazo
Puri
Hola, Puri. Celebro que encuentres "excelente" la ambientación y que hay conseguido estremecerte. Objetivo, pues, cumplido con creces.
EliminarHola, Paco. Me encantó el relato. Desde las imágenes iniciales que nos sitúan en el clima y la circularidad de esa aparición que se hace realidad al final. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Mirna. Celebro que te haya "encantado" la historia. En efecto, crear un clima adecuado es un buen punto de partida para un relato de terror. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHola... excelente relato. Una historia clasica contada con tanta habilidad que resulta en algo nuevo y soprendente.. Saludos
ResponderEliminarHola, Octavio. Celebro que una historia tan conocida te haya resultado nueva y sorprendente. Muchas gracias por tu comentario. un abrazo.
EliminarHola, Paco. Menos mal que nos has dicho donde fue el suceso, me parece que por allí no vamos a pasar ni por morbo. Así todo si en una comarcal cualquiera nos cruzamos con un viejo con chubasquero nos acordaremos de tu sobrecogedor relato y no sé yo como nos irá la cosa. Saludos y suerte
ResponderEliminarHola. JM. Acostumbro a situar las historias en terreno conocido, esta, en concreto, ocurre a unos 20 km. de mi pueblo, en una carretera que conozco palmo a palmo. Bueno, si te lo encuentras, espero que termines mejor que la pobre Paloma.Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarMuy original, Paco. La puesta en escena es técnicamente muy buena. Primero la premonición a través del sueño y luego la realidad. El referente de la curva, elegido para contar la historia, nos hace pensar en un final previsible. Pero ahí estás con ese sorprendente giro que nos deja, una vez más, con la boca abierta.
ResponderEliminar¡Felicidades y suerte en el Tintero!
Hola, María Pilar. Siempre procuro que mis relatos resulten originales con giros argumentales y desenlaces más o menos inesperados. Celebro que alabes mi técnica y haberte dejado boquiabierta.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Sin duda, Paco, este relato tuyo es uno de mis favoritos. Espeluznante la transformación del muerto autoestopista , el chico de la curva al estilo Castelao. Excelente. Salud y suerte en el concurso aunque me da que no te va a hacer falta, tu relato habla por sí solo.
ResponderEliminarHola, MJ. Celebro que te gustara mi relato. Esa escena de la mutación ha sido bastante comentada. Espeluznante es un calificativo que le cuadra muy bien. Me gusta eso que dices del "estilo Castelao", suena muy estimulante.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Hola Paco, un gran relato, espeluznante en su descripción, y sorpresivo en la resolución, un doble mortal sin red jajaja, me ha encantado, un saludo, un gran abrazo, y suerte en el tintero¡¡¡
ResponderEliminarHola, Mik. Espeluznante y sorpresivo son dos palabras que resumen bien la historia, al menos esos eran los efectos que buscaba al imaginar el argumento; así que, objetivo cumplido.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Enhorabuena Paco por la mención de Tintero. Siempre tienes un buen puesto porque escribes como escribes y punto pelota. Un abrazo, Paco.
ResponderEliminarMuchas gracias, Isabel. Acabo de dejarte la Felicitación por tu Tintero de Bronce. A tí sí que no hay quien te mueva de los puestos de honor, tendrás las vitrinas a tope. Lo dicho, ENHORABUENA, y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEnhorabuena por ese sexto lugar en el concurso. Un abrazo y nos vemos en el siguiente.
ResponderEliminarMuchas gracias, RR. Un abrazo.
EliminarEnhorabuena por la mención en El Tintero, compañero.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Matilde. Un abrazo.
EliminarFelicidades Paco por ese sexto puesto en el tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge. Tú también estuviste ahí. Un abrazo.
ResponderEliminarPaco! Felicidades por esa mención. Estuvimos los seis de delante en un puño, cualquiera hubiera podido llegar al podio.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muchas gracias, Pepe. Una Edición competida y emocionante. Un abrazo.
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