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martes, 18 de junio de 2019

AMOR DE MADRE






No existe en todo el planeta Tierra, ni aún en la inmensidad del Universo, fuerza alguna con la que se pueda comparar…

…RELATO BASADO EN HECHOS REALES...

                                 ( ... Domingo, 2 de febrero de 2014... )

Un buen día, o malo, según se mire, llegó bramando de ira, en busca de los hijos que le habían arrebatado.
Cuando al fin los encontró, su furia de madre se multiplicó hasta el infinito. Embistió con saña, una y otra vez, tratando de derribar los muros que la separaban de sus retoños.
En su torturada memoria, cósmica y primigenia, latía el recuerdo, insufrible tormento, del momento aciago en que sus criaturas le fueron arrancadas de las entrañas...

  
                                   (... Unos 5 años antes... )

...Guiada por su atávico e intemporal instinto, rastreó sus huellas entre las arenas de innumerables playas. Ebria de dolor, derramó sobre ellas sus lágrimas amargas. Con renovados bríos, trepó los acantilados. Desesperada, berreó su impotencia, cuando las rocas hostiles sofocaban sus ansias y destruían sus esperanzas.
Exploró las cuevas. Barrió todos los rincones. Voceó sus nombres al viento. Nada. Sólo abismos. Negros y vacíos. Y por toda respuesta, los ecos tristes del silencio.
Anduvo por los muelles, lamiéndose las heridas, como un perro vagabundo y apaleado. Yendo y viniendo, yendo y viniendo. Siempre los mismos pasos, avanzando impetuosa e imparable. Siempre los mismos lamentos, batiéndose en penosa retirada.
La vieron merodeando entre los barcos. Meciéndose al compás de su infortunio. Acunando nanas fúnebres. Susurrando melodías, salvajes y desgarradas. 
Fueron días, meses, años de búsqueda sin tregua...

                                            
                                      (... Domingo, 2 de febrero de 2014...)

...Y una tarde de Febrero, oscura y tormentosa, sus denodados esfuerzos se vieron, al fin, recompensados.
La larga espera y el odio fermentado desbordaron la inmensa energía acumulada. Su fuerza creció hasta el paroxismo. La cárcel de sus pequeños fue un juguete entre sus garras. Némesis implacable, abatió las barreras como castillos de paja.
Penetró dentro y los halló flotando, inmóviles e incorruptos. Parecían dormidos, eso pensó y así los recordaba.
Al fin comprendió. Un feroz alarido de rabia estremeció el edificio hasta los cimientos. Luego se retiró llevándose con ella los ataúdes de cristal. Por delante, el horizonte interminable. Tras ella, sólo destrucción y caos.
Reventó, después, los féretros transparentes y retornó con sus hijos al hogar. A las ignotas profundidades, de donde nunca deberían haber partido.
Había encontrado aquello que tanto había buscado a lo largo de un lustro interminable. La epopeya había consumido sus esfuerzos. Recuperó lo que le habían robado, lo que por Ley era suyo y por Naturaleza le pertenecía.
La Madre, tranquila, descansó feliz. Ahora, todo estaba bien.

La noticia apareció el lunes siguiente, 3 de febrero del año 2014, en el diario “La Nueva España” de Oviedo:

“Un terrible temporal, con olas de 15 metros, destruye el aula del Cepesma de Luarca. El Museo del Mar albergaba una decena de ejemplares de calamares gigantes. Se trataba de especímenes de hasta 11 m. de longitud, parientes lejanos del fabuloso Kraken que, según la leyenda, atacaba los barcos y asesinaba a los marineros. Su hábitat se localiza en una fosa abisal situada frente a la costa asturiana, a la altura del cabo Peñas. Estaban tasados en unos dos millones de euros, pero su valor como tesoro oceanográfico es realmente incalculable, por tratarse de ejemplares únicos e irreemplazables.
A lo largo del muelle y el espigón aparecieron esparcidos los restos retorcidos de las grandes urnas de cristal que contenían los colosales cefalópodos. De sus cuerpos, en cambio, no se halló el más mínimo despojo.”

El mar, la mar, calmada, descansó satisfecha. Sí, realmente, todo estaba bien, ahora.

                                                   FIN